lunes, 7 de enero de 2013

Sin pensar en nada.

Como un alma perdida buscando cobijo, vagabundear por las calles. Sin hacer nada, sin pensar en nada, tan solo contemplar el mundo. Sin querer entender, queriendo hacer todo aquello prohibido. Sentirse como un niño pequeño intentando robar una galleta. Pero no conseguir nada. No poder ser lo que quieres debido al miedo. Al miedo de no conseguir escapar una vez más. Al miedo de lo que opinen. ¿Quiénes? Todos, todos son los culpables de mi miedo, de mi miedo a volar, a ser libre, del miedo a equivocarse, todos...
Y, ¿por qué no? ¿Por qué no intentarlo una vez más? ¿Por qué no solo pensar que no hay nadie que te lo impida? Arriesgarse y saberlo. Pero da igual, solo dejarse llevar y sentirse bien, saborear esa victoria, esa galleta robada.


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